Los perros de raza grande (Pastor alemán, labrador, bóxer…) y gigante (rottweilier, mastines…) presentan un riesgo elevado de padecer displasia de cadera. Cuando se adquiere un perro de alguna de estas razas es importante que el animal proceda de una línea genética libre de displasia, pero además es aconsejable la realización de radiografías de cadera durante el crecimiento del animal. De este modo, en el caso de que se detecten alteraciones compatibles con displasia, podrá llevarse a cabo el tratamiento más adecuado y con mayores garantías de éxito.